"Una comunicación sana se basa en ofrecer a la otra persona información honesta y relevante sobre cómo nos está afectando su comportamiento "*
Ésta semana en el grupo de matrimonios compartimos sobre la comunicación, y a raíz de eso me puse a pensar en cómo había sido mi trasfondo familiar al respecto. Me percaté que, en mi casa se hablaban las cosas, y era así como se resolvían los conflictos, pero que, en lo individual no aprendí a identificar ni expresar mis emociones de forma adecuada. Habían cosas que a pesar de que las perdonaba, no me tomaba el tiempo para identificar exactamente lo que me habían hecho sentir, y otras cosas que procuraba evitar para no enfrentar el dolor y tristeza que me podían generar.
Puede que estando soltera fuera más fácil desconocer la manera en que manejaba mis emociones. Sin embargo, desde que empecé mi relación de noviazgo con Victor las cosas empezaron a cambiar. Si quería avanzar y cultivar una relación sana y duradera sería indispensable que aprendiera a identificar lo que pensaba y sentía para expresarlo de manera adecuada -particularmente en los momentos incómodos, momentos de desacuerdos y momentos de tensión- y a pesar que durante mi relación de noviazgo aprendí varias cosas, ha sido estando casada el espacio que Dios más ha utilizado para enseñarme su corazón con respecto a la comunicación.
Lo primero que me enseñó es que "el amor confía en la persona amada y espera de ella lo mejor" (1 Corintios 13:7 NBV). Me di cuenta que muchas veces no quería decir lo que estaba sintiendo y pensando porque era el resultado de no confiar ni esperar lo mejor de Víctor, y esto además de obstaculizar mi comunicación, afectó mi relación al punto de querer llegar a controlarlo. El Espíritu Santo, con mucho amor y paciencia, me hizo ver que mi responsabilidad como esposa era confiar y esperar lo mejor de mi esposo, y que lo que mi esposo hiciera quedaba entre él y Dios. Eso me quitó una gran carga de encima, además me mostró de una forma más palpable el corazón de Dios hacia nosotros.
Lo segundo que aprendí es que la forma en que Dios se comunica con nosotros establece la pauta de cómo me debo comunicar con los demás. Dios es veraz. Siempre nos muestra cómo nuestras decisiones afectan a Su corazón y a nuestra conexión con Él, y lo hace de forma clara y llena de amor. Lo anterior nos permite saber que sin lugar a dudas lo que Dios nos comunica es totalmente fiable porque es exactamente lo que hay en su corazón. Ante la información que Dios nos ofrece podemos escoger cómo vamos a responder ¿Haremos ajustes de ser necesario para proteger nuestra conexión con Él o no?
Lo anterior me desafió demasiado porque en muchas ocasiones he sido la esposa que cuando su esposo le pregunta "¿qué tenes?" lo primero que responde es "nada". Lo cual no solo es mentira sino también evidencia que no estoy siguiendo el ejemplo que Dios me da. Sin embargo, he comprendido que es mi responsabilidad mostrarle a la otra persona lo que está sucediendo dentro de mí y no "asumir" que ya lo sabe o que puede hacer algo al respecto si no se lo comunico; y que para ello debo entender lo que pienso y siento para poder expresarlo de forma clara, honesta y respetuosa.
Dios nos da el ejemplo de cómo comunicarnos, siendo vulnerable y honesto al expresar lo que hay en su corazón y dándonos la libertad de elegir cómo responder; y nos invita a que hagamos lo mismo en nuestras relaciones. Así que, seamos personas que confían y esperan lo mejor de los demás, y que ofrecen información honesta y relevante para que la otra persona tenga las herramientas necesarias para responder de la mejor manera.
"No nos cansemos de hacer el bien porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos" (Gálatas 6:9).
*Danny Silk
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