La esperanza es el bálsamo del cielo para el dolor presente.
Ésta semana compartí el dolor de dos personas a las que amo, además de vivencias en mi propio corazón. Cada una en etapas de la vida totalmente distintas con circunstancias diferentes, pero todas con la necesidad de esperanza. Es evidente que la vida tiene momentos lindos y alegres, pero también momentos duros y difíciles, en donde a veces lo único que quisiéramos hacer es "tirar la toalla" porque nos sentimos desanimados o desalentados.
En hebreo la palabra desánimo (khaw-thath) significa derrumbarse, especialmente por el temor y la confusión; estar aturdido. Cuando la palabra desánimo y/o desaliento aparece en la Biblia, la mayoría de veces es utilizada en un contexto en el que los personajes de la historia estaban por enfrentar una batalla contra un enemigo o por atravesar una situación que humanamente superaba sus capacidades y en las que podían sentirse intimidados, inferiores e incluso aterrorizados. Además, cuando se utiliza, usualmente era Dios dirigiéndose a los personajes, diciéndoles que no se desalentaran, y que no tuvieran miedo ni desmayaran porque Él estaba con ellos.
Una de las historias más conocidas que ejemplifica lo anterior, es cuando el pueblo de Israel, a través de los doce espías, explora la tierra prometida. A pesar de tener la promesa de Dios*, únicamente dos espías creyeron que podían conquistarla –Josué y Caleb–, todos los demás se desalentaron. Algo que me llamó la atención es lo que Dios dice sobre ellos dos, "que fueron los únicos que sí lo siguieron fielmente" o que "fueron perfectos en pos de Jehová" (Números 32:12). ¿A qué se refería Dios al decir eso? Básicamente a que actuaron de acuerdo a lo que Él les había dicho. En otras palabras, que Josué y Caleb le obedecieron plenamente porque confiaban en Él, y por eso no se dejaron desalentar por el reporte de los otros diez espías, ni por la oposición del del pueblo de Israel.
Reconozco que, en mi propia vida, ha habido momentos en los que he experimentado desánimo, he sentido que me faltan las fuerzas y el coraje para perseverar, en especial cuando las cosas no son como quisiera o no resultan como esperaba. No obstante, cada vez que me he sentido así, el Espíritu Santo, a través de la fe, me ha extendido una invitación que me reconforta, renueva mis fuerzas y me permite mantener la esperanza, una vez más. Esto lo escribo en una temporada en la que aún espero el cumplimiento de promesas de Dios para mí vida. Sin embargo, en el proceso quiero ser hallada por Dios como Josué y Caleb, con un espíritu diferente, y un corazón que lo sigue fielmente.
Algo que no mencioné es que al final de la historia, tanto Josué como Caleb vieron el cumplimiento de la promesa de Dios 🙌🏻. Así que cuando nos falten las fuerzas, cuando queramos tirar la toalla, cuando pareciera que las circunstancias nos superan o cuando pareciera más ‘fácil’ conformarnos en dónde estamos que avanzar hacia lo que Dios prometió, recordemos el ejemplo de Josué y Caleb, y lo que dice Santiago 1:2-3: "(...) tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Más tenga la paciencia su obra completa, para que seas perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna."
"Incluso los ‘mejores’ santos están sujetos a desmayarse cuando su angustia se vuelve dolorosa y parece nunca terminar; sus espíritus se abruman y su corazón desfallece; pero la fe es una invitación soberana, que les impide abatirse bajo sus cargas, les mantiene con esperanza, orando y esperando, y mantiene en ellos pensamientos honorables sobre Dios y expectativas de alivio a su debido tiempo."
PD: Les comparto una canción que ha marcado mi vida, a través de la cual el Espíritu Santo me ha llenado de fe, y me ha recordado que tenemos una esperanza que nunca falla por el sacrificio que Jesús hizo en la cruz, y porque Él está con nosotros todos los días de nuestra vida.
*Levítico 20:24, Josué 3:10, Josué 21:43-45.
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