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Mentalidad de escasez

"El que busca jardines más verdes del otro lado de la cerca, nunca apreciará el jardín que está debajo de sus pies".
 

Un par de meses antes de casarme fue una temporada muy especial y desafiante. Estaba en el último año de la universidad, todavía no tenía trabajo, y ese mismo año mis papás se despedirían de dos hijos, mi hermano se casaba en enero y yo en junio del mismo año. Los recursos eran limitados y la situación en mi corazón compleja; pensaba que lo que mis papás le dieran a mi hermano no me lo iban a dar a mí y que las cosas que él consiguiera implicarían que yo no las tendría. Estaba molesta, pensaba "si tan solo hubiesen esperado un poco más la situación podría ser distinta".


Un día iba camino a la universidad, y en un momento de adoración en el carro, el Espíritu Santo me dijo: "Yo soy un Dios de abundancia, mis recursos no son escasos, y yo soy tu proveedor" #GameChanger. Kris Vallotton explica que lo que yo estaba sintiendo se llama "mentalidad de escasez". Esta mentalidad implica sentir que nuestros recursos son limitados y creer que cuando otra persona obtiene algo quitará la provisión que podría ser nuestra; además nos hace sentir celosos de cualquiera que reciba algo que nosotros no tenemos (trabajo, amigos, hijos, regalos, etc.).


La mentalidad de escasez es otra forma de comparación a través de la cual cuestionamos el carácter de Dios y evidenciamos nuestra falta de confianza en Él. De alguna forma yo pensaba que las bendiciones de Dios eran como un pastel, que cuando Él le daba una porción a alguien más implicaba que ya no me podía dar esa porción a mí. Pero no funciona así, las bendiciones de Dios no son un pastel finito sino son como una fuente llena de riquezas que nunca se acaban, y Dios no suple según nuestras necesidades sino según sus riquezas.


Por eso, mi Dios les dará todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19).


Mi ejemplo hace referencia a un tema económico y el versículo tiene una explicación en ese contexto. Sin embargo, el principio aplica para todas las áreas de nuestra vida. La bendición de alguien más no limita o amenaza las bendiciones que Dios tiene para mí. Y ¿por qué estoy tan segura de esto? Salmos 23:1 dice: "El Señor es mi pastor, nada me falta." Y Salmos 23:5 dice: "Preparas un banquete para mí, en presencia de mis enemigos. Me recibes como invitado tuyo, ungiendo con perfume mi cabeza. ¡Mi copa está rebosando! Él da, y da, y de nuevo nos da porque es un Dios de abundancia.


Sin embargo, muchas veces pasamos el tiempo comparando nuestra vida y circunstancias con las de alguien más, enfocándonos en lo que sucede en la vida de otros más que en Dios y en lo que Él quiere hacer en la nuestra. En una oportunidad Pedro le preguntó a Jesús: "Señor, ¿y a Juan qué le va a pasar?" y Jesús le respondió: "Si quiero que él siga vivo hasta que yo regrese, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme" (Juan 21:21-22). Un pequeño recordatorio nuevamente de redirigir nuestro enfoque al lugar correcto.


Así que cuidemos el jardín que está bajo nuestros pies, dejemos de sentirnos celosos o amenazados por las bendiciones de alguien más, y confiemos que porque el Señor es nuestro pastor nada nos hará falta y que Él proveerá para lo que necesitamos conforme a sus riquezas.


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1 Comment


stephgrotewold
May 31, 2020

Definitely #Gamechanger

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